lunes, 7 de noviembre de 2011

El comienzo del fin



¿Debemos estar satisfechos con el comunicado ?
Esa es la pregunta que la mayor parte de los españoles nos hacemos desde el comunicado de ETA.
Paul Ríos, coordinador del movimiento pacifista Lokarri, fue uno de los organizadores de la conferencia de paz de San Sebastián que el pasado día 17 pidió a ETA el "cese definitivo de la actividad armada".
En una entrevista al periódico nacional EL PAÍS pudo responder a esa cuestión que aún sigue en el aire.
“Creo que cualquier persona hubiera elegido otra escenografía y otro texto, pero eran ellos los que lo tenían que hacer. Dejan algo muy claro: el cese definitivo de la violencia.”
Si algo no dejan claro precisamente fue el cese definitivo, pues quedaron en el aire muchos puntos por tratar.
Comencemos por el principio.
El pasado jueves 20 de octubre estaba como de costumbre, sentada frente al televisor junto a mi hermana, realizando el típico zapping de media tarde en el que buscas algo interesante que ver en la caja tonta. Mi sorpresa fue que en todos los canales estaban emitiendo el mismo vídeo. Fue así como me enteré del “cese definitivo” de la violencia por parte de la banda terrorista ETA. Sinceramente, he de reconocer que la enorme alegría que debería sentir por estar escuchando una noticia tan histórica como ésta no fue ni tan enorme ni tan alegría como se ha de esperar, y la verdad no sé por qué. No fue porque no estuviera deseando que ocurriera, sino porque el comunicado me dejó un sabor un tanto agridulce, pues la credibilidad brilló por su ausencia.
Lo primero que me sorprendió fue el recordatorio que hicieron a los presos y fugados etarras, y que sin embargo no hubiera ni una sola palabra a los 829 fallecidos durante los 52 años de la existencia de la banda.
En poco tiempo, toda España se hacía eco de la noticia, la más  esperada desde los inicios de la banda terrorista. Tras el comunicado, todos los medios difundieron la noticia y, al mismo tiempo, las familias en sus casas se iban formando su propia idea de lo que estaba pasando. Era el tema de conversación de cualquier reunión de amigos, cena familiar, etc. La mayoría de la gente, dentro de la que me incluyo, estábamos intentando descifrar cuál iba a ser el final del vídeo.
Pero no hay finales felices. No se esperaba un final así.  Muchos esperaban con ansias unas palabras en memoria de las víctimas, un perdón colectivo a todas las personas que han sufrido a causa de su lucha por la libertad, una lucha que ni ellos mismos saben con certeza por qué es. Se esperaba  que se quitaran las máscaras, que dieran la cara, que entregaran las armas. Que ETA se acabase de verdad.
Y es que aunque ETA no haya hecho todo lo que tenía que hacer, hizo lo mínimo que tenía que hacer.
Que no hubiera ni  una sola disculpa, ni una mención a las víctimas, me lleva a pensar que ésta puede ser una nueva “tregua” en espera de la  recuperación de la banda, tan debilitada en los últimos años. Y es que en el comunicado no se habla en ningún momento de la entrega de las armas o de la posible disolución de la banda, algo que el país entero desea, pero que tendrá que esperar por el momento.
Por su parte, los diferentes representantes de los partidos políticos comenzaron a hacer sus campañas acerca de la derrota de ETA, a colocarse las medallas de la victoria. Acabarán levantando un trofeo imaginario de una guerra inexistente.
No es momento para relajarse, para repetir cada segundo que hemos ganado y que ellos han perdido. Porque esto nunca ha sido una lucha en la que intervengan dos bandas. Ha sido una guerra de ETA contra los que han luchado por preservar la libertad en España y poder completarla ahora en el País Vasco. Un País Vasco  que respira paz, pero también incertidumbre.
Ahora hay que ver qué  hacer con los presos, qué futuro les espera a los que tienen las manos manchadas de sangre, qué sangre fría habrá que tener para no caer en las muchas provocaciones que habrá de escucharse y leerse, y es que  no estamos ante el fin de todo. Estamos ante el fin de una etapa y el comienzo de otra nueva y desconocida.
Aún queda mucho por recorrer, pero todos deseamos llegar al mismo punto,  a la convivencia en paz absoluta.
El final de ETA está más cerca, eso sí que es verdad, pero hoy por hoy no puede darse por definitivo. Desde ese 20 de octubre espero con ansia un nuevo comunicado que me sorprenda, que me deje sin palabras, totalmente satisfecha y feliz, y tras el que pueda decir a grito limpio y sin miedo a equivocarme que ETA ya es historia.


jueves, 3 de noviembre de 2011

La noche me sirve de sábana.


Noche, noche estrellada.
Miro el cielo, oscuro, con la esperanza de que el tiempo pase y de que un nuevo crepúsculo me invada con su armonioso color.
El mundo gira, las estrellas están inmóviles, observándome fijamente, como si de un duelo de miradas se tratase.
Pero entre ellas destaca una, fugaz, inquieta, como los recuerdos. Un recuerdo que pasa por mi mente sin saber bien por qué, sin razón alguna…
Y recuerdo, sí… su mirada cruzándose con la mía, intentando competir en un duelo de titanes en el que solo resistirá el más fuerte.
Me cuesta descifrar que hay detrás de ella, ¿qué esconde? Una mirada que me eleva, qué me da felicidad, que me transmite confianza.
Por momentos, por segundos, una mirada que a su vez me lleva a lo más bajo, me hace dudar, hace que me sienta débil.
Es como una montaña rusa en la que se cambia la tierra por el cielo, y así, una y otra vez, sin parar. Una mirada que me llena y me vacía, que me gusta y me mata, que quiero y detesto. Una mirada, una sola mirada, que es la que busco entre tantos ojos curiosos.
No se bien que esconde, que quiere, pero solo sé que hace que me sienta viva.
Fugaz, vuelvo a buscar en el cielo aquella estrella, pero ya mis ojos no la pueden apreciar, solo me queda esperar a que el crepúsculo llegue y me devuelva la luz, arrebatándomela luego otra noche como esta. Noche. Noche estrella en la que los recuerdos volverán a ser mis aliados.